Por: Verónica Estrada
Actualmente en nuestro país, el tema de las elecciones está en boca de tod@s. A veces sin un fundamento claro e informado, comentamos acerca de nuestras preferencias sobre l@s candidat@s que están en la contienda electoral y sus propuestas. Lo que me parece inquietante, es que usualmente en función de apoyar a un@ u otr@, caemos en comentarios discriminatorios olvidándonos que, ante todo, somos personas en un mismo colectivo, un mismo país, e inicia una guerra de opiniones y preferencias que al final no ayudan en lo absoluto en nuestras decisiones y terminan dividiéndonos aún más, generando una falta de empatía que nos lastima a tod@s.
Respecto a lo anterior, me ha llamado mucho la atención escuchar ciertos comentarios alusivos al tema de la pobreza, al miedo y aberración que provoca en algunas personas el hecho de al menos imaginarse en una situación como tal, y creo que en general puede ser una situación atemorizante para la mayoría, pues nadie quisiera encontrarse jamás en una situación de vulnerabilidad, pero hay de comentarios a comentarios.

Hay comentarios alusivos a la preocupación y al enojo porque existe una marcada desigualdad -por lo menos en nuestro país-, a la injusticia e impotencia que provoca porque no se ha podido erradicar, ni hacer mucho al respecto, entre otras cosas. También existen muchas personas que suelen realizar comentarios discriminatorios y despectivos hacia quienes consideran “menos”; aquellas personas que se encuentran en condiciones más desfavorables en función de los bienes materiales, alardeando de su preparación académica y en general de las oportunidades que poseen. Como muchos actos discriminatorios, esto se normaliza e incluso es apoyado por varios sectores de la población que se consideran con un estatus social “alto”; sin embargo, hay implicaciones psicológicas dentro de este comportamiento y, aunque poco se habla de ello, su nombre es Aporafobia.
La aporafobia, es el miedo, la aversión y el rechazo a las personas pobres, un término que tiene su origen en la xenofobia y el racismo. En este tipo de fobia, la recesión económica ha tomado un papel esencial, pues ha exacerbado el miedo a la pobreza porque nos hace ver que todas las personas somos vulnerables que, aun siendo el mejor empleado o empleada de la empresa más segura, de repente podemos quedarnos en la calle sin medios para subsistir. No obstante, para que este miedo se convierta en rechazo, existe un proceso mental en el cual se anula la compasión y la empatía. Este proceso es acompañado de la ideología que cada persona tiene, la cual se manifiesta al momento de señalar que los pobres son culpables de su pobreza, de un error individual y no como fruto de una condición estructural que deja a much@s sin recursos. Por tanto, en este tipo de ideología las personas en situación de pobreza son percibidas como una amenaza y, en consecuencia, se les persigue a modo de castigo.

Pero, ¿por qué hay rechazo hacia la pobreza? Este sentimiento se origina en el autodesprecio por el “fracaso moral” que supone a la humanidad el hecho de que haya personas viviendo en condiciones precarias- o muy precarias- ; se crea desconfianza y su presencia no deja de recordarnos lo mal que estamos haciendo como sociedad. Vemos una realidad que siempre ha existido, pero que nos negamos a reconocer porque quizá no nos sentimos preparad@s para afrontarla y nuevamente entramos en un juego de responsabilidades culpando a quienes consideramos “pobres”.
No es necesario pensar en extremos cuando hablamos de pobreza, es decir, no solamente debemos traer a la mente a aquellas personas que no tienen ni hogar, pues también existen varios sectores de la población con diferencias económicas importantes y que muchas veces motivados por prejuicios, discriminamos y les lanzamos ataques verbales que usualmente son modismos peyorativos (nac@s, por ejemplo) para hacer notar una diferencia en torno al estatus socioeconómico.

Como lo mencioné anteriormente, la condición de pobreza (en alguna forma) nos puede ocurrir a tod@s; nos hace sentir angustia por el futuro y preocupación de no contar con los recursos para vivir dignamente o de la manera en que nos gustaría vivir. Algunas veces con el afán de “encubrir” este aspecto, recurrimos a solucionarlo endeudándonos para adquirir bienes materiales para dar una imagen de estatus “alto”, para pertenecer a un sector diferente al que nosotros mismos rechazamos y he aquí donde vienen las complicaciones posteriores al no encontrar una salida para ello.
Considero importante reflexionar en que no sólo las cuestiones económicas agravan la situación de pobreza; también las actitudes que tenemos frente al problema, pues no olvidemos que un aspecto importante como personas, es justamente la condición que nos hace humanos; aquella donde cabe la solidaridad, la empatía por l@s otr@s y el respeto.
Nunca olvidaré una frase de una profesora que, al inicio de la clase nos dijo: “si existe algo que te molesta tanto, deberías pensar en qué hacer para cambiarlo”. Con pequeñas acciones- si te es posible- puedes proveer de alguna oportunidad de trabajo, por ejemplo, alguien que te ayude a limpiar tu automóvil, o que te ayude como la limpieza de tu casa, a cargar las bolsas en el súper, etc, considerando que esa persona que te ayuda o a quien le provees de una moneda por un servicio, no es menos que tú; simplemente, podría estar en desventaja.
Referencias
Adela Cortina, Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia. España 2017, editorial Paidós. Junio 12, 2018. Disponible en: https://www.planetadelibros.com/libros_contenido_extra/36/35365_Aporofobia_el_rechazo_al_pobre.pdf
El País, Enero de 2018. Aporofobia, el miedo al pobre que anula la empatía. Junio 12, 2018. Disponible en:
https://elpais.com/elpais/2018/01/03/opinion/1515000880_629504.html
Virginia Ávila Vázquez. La Aporofobia como delito de odio y discriminación. Mayo, 2017, Universidad Autónoma de Barcelona. Junio 12, 2018. Disponible en: