Si no somos nostrxs, entonces quién

Por: Nadia Sierra Campos

El 17 de mayo de 1990 la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) suprimió la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Con este hecho se pretendía acabar con casi un siglo de homofobia médica. Es por ello que este día constituye una fecha histórica y un símbolo fuerte: DÍA INTERNACIONAL DE LUCHA CONTRA LA HOMOFOBIA.

people-3374664_960_720

Tres años después de ese suceso nació AQUESEX (Asociación Queretana de Educación para las Sexualidades Humanas, A.C.), la organización en la que me descubrí como parte del activismo, la que me forjó para la lucha por el reconocimiento de los derechos, en la que encontré un pedazo de mi familia elegida y en la que abiertamente me reconocí lesbiana.

Pensar en educación para las sexualidades en una entidad relativamente pequeña, con apenas un millón de habitantes (hoy son el doble), con un profundo arraigo a la familia nuclear (mamá, papa, hijxs, barda blanca y perrito), de un conservadurismo extremo y con tabúes tatuados hasta los sesos, se vislumbraba inalcanzable; sin embargo, quienes asumieron esa tarea (de manera muy particular Elizabeth Contreras) lo hicieron con la convicción de que si no éramos nosotras entonces quién.

No ingresé desde los inicios, llegué ahí cinco años después cuando estaba a la mitad de la carrera de Derecho. En aquel entonces era una convencida de que me dedicaría al derecho penal, que trabajaría en un despacho de renombre en la entidad y que me dedicaría a las causas justas -ya pensaba en las víctimas-. Pero entrar al mundo de las sexualidades me hizo cambiar el rumbo ¡afortunadamente! pues a pesar de que el derecho penal sigue siendo una de mis pasiones, también resultó que decidí auto adscribirme como defensora de derechos humanos.

Trabajar de cerca con jóvenes y mujeres me abrió las puertas de un mundo desconocido pero real: la desigualdad, las inequidades y las discriminaciones estaban presentes en cada tema que abordábamos y en cada lugar en el que estuviera; fue la determinación de transformar a la sociedad queretana en una pacífica, armónica y respetuosa la que me hizo enfocarme a trabajar por los derechos humanos.

Todo marchaba relativamente bien desde ese espacio que construíamos para nosotrxs y para el resto, dábamos talleres, conferencias, viajábamos, aprendíamos, disfrutábamos y una sacudida nos llego en el 2005: el 21 de junio asesinaron a nuestro secretario, amigo, colega y compañero de organización Octavio Acuña. Hoy su ejecución no ha sido esclarecida. Con un mágico y absurdo carpetazo la entonces Procuraduría de Justicia cerró el caso; para nosotrxs que seguimos exigiendo el cese a la impunidad de este delito cada vez es más claro que fue un homicidio de odio por homofobia.

Muchas organizaciones y activistas defensores de derechos humanos en Querétaro se replegaron por el temor de ser lxs siguientes recriminadxs, encarceladxs e incluso asesinadxs. Nosotrxs y al menos yo no dimos un paso atrás, por el contrario, este atroz hecho nos dio fuerza para exigir y trabajar con mayor vehemencia.

Al año siguiente, en el marco del 17 de mayo y a punto de cumplirse el primer aniversario del homicidio de Octavio salimos por primera vez a las calles del centro de la capital en una marcha silenciosa contra la lesbo, homo, bi, transfobia y para exigir el esclarecimiento de ese delito; éramos apenas 50 personas, no era la cantidad, eran la solidaridad y el coraje lo que nos tenía ahí. Así, cada año se siguió organizando la marcha, acompañada de una jornada de trabajo con talleres, conferencias, stands informativos, eventos artísticos y culturales. La última vez que se realizó (2016) éramos alrededor de 5,000 heterosexuales, bisexuales, asexuales, lesbianas, gays, personas trans, niñas, niños, adolescentes, adultos y personas mayores marchando, pidiendo reconocimiento y respeto a nuestros derechos.

pride-828056_960_720

La marcha en sí misma no representa más que la capacidad de convocatoria del Comité que conformamos un grupo de activistas y amigxs; irrumpimos al consevadurismo para manifestar nuestros afectos, preferencias, orientación e identidad abierta y públicamente. Cuando miro en retrospectiva me siento orgullosa de todo lo que construimos y se sigue construyendo. Hace 13 años Octavio fue señalado por tomar de la mano a su pareja en una plaza pública, hoy las parejas del mismo sexo en Querétaro pueden transitar libremente de la mano, besarse, sin que ningún policía ni alguna autoridad les amedrente, sabiendo que además se ha generado un marco jurídico que les protege y que ante cualquier amenaza a esa libertad hay una sanción. También desde hace tres años pueden contraer matrimonio, con acciones legales, pero las batallas se han ganado.

Asumir abiertamente mi preferencia sexual, casarme en una plaza pública con mi esposa, ser candidata a diputada local sin esconderme, proponiendo trabajo legislativo a favor del colectivo LGBTI+, reconocer que era una privilegiada que como abogada podía trabajar distinto me hace reafirmar que las cosas no se dan por casualidad, hay una causa y una consecuencia. Quizá si yo no fuera lesbiana no sería activista y si no fuera activista a lo mejor no estaría trabajando para promover y defender los derechos humanos; todo ha sido una cadena de eslabones muy bien engarzados. Tal vez no he hecho mucho, pero sé que la persistencia, la convicción y la dignidad en alto nos llevan a lograr transformaciones.

Aún no tengo la fecha exacta de mi jubilación como activista, tal vez llegue pronto ese día, solo cuento con la claridad de que en cada espacio en el que me desempeño, sea público o privado, como socia, colaboradora o empleada debo trabajar por abatir las discriminaciones como una bandera que me acompaña en el camino y que lo seguiré haciendo por mí y por todxs mis amigxs. Estoy convencida de que el activismo y el servicio público no están peleados, que sociedad civil organizada, el gobierno y la sociedad en general puedan trabajar de la mano para lograr un país igualitario.

Desde hace más de un año participo activamente en Colectivo Paideia consiente de que la educación es el arma más sólida para defendernos de las injusticias, las desigualdades y los prejuicios. Nos hemos propuesto trabajar por la inclusión y el respeto a las diversidades. Si no educamos a nuestras sociedades en la igualdad, la convivencia armónica y el respeto ningún plan curricular formal o informal nos garantizará ser personas libres. Sirva el aporte en otras trincheras para seguir reeducando, porque si no somos nosotrxs, entonces quién.

Marcha-LGBT-Medellin-yo-amo-a-mi-hijo-gay

No se necesita ser lesbiana, gay, persona trans para rechazar las conductas homofóbicas. Yo decidí asumirlo como un compromiso y por que me atravesaba a nivel personal, pero estoy segura que tú heterosexual que me estás leyendo lo harás. Primero, porque al lado de ti tienes un hermano, una vecina, un amigo, una compañera de clases o de trabajo que pertenece al colectivo LGBTI+ y que no te gustaría que le cerraran las puertas por su preferencia sexual o identidad de género. Segundo, por que eres una persona consciente que puedas aportar un grano de arena para que este mundo sea uno mejor en el cual habitar.

La importancia de ser o hacer no radica en cómo lo haces y desde que acrónimo lo haces, más bien que te mueva ese corazón, ese amor por el otro/la otra. Espero que después de hoy menos personas sigan siendo molestadas en la escuela por parecer “maricas o machorras” (términos peyorativos que causan discriminación), que a nadie se le despida de su empleo por su preferencia sexual, que no se niegue un servicio por no parecer hombre o mujer, que las personas trans puedan trazarse un proyecto de vida, pero sobre todo espero que se entienda que el amor no discrimina y que el odio sí, tanto que hasta mata.

Si no somos nosotrxs, entonces quién.